Sharon Mitchell comenzó su épica carrera en el cine pornográfico cuando tenía 17 años porque quería ser una chica «muy, pero muy mala».
(Foto de Sharon Mitchell en 1976)
Ahora, 2.000 películas y 25 años más tarde, está tratando de hacer de una actividad sucia algo más limpio y más seguro.
La pornografía de la década de 1990 es un negocio duro.
Las actrices venden las partes excitantes de sus cuerpos, viven con la amenaza constante de enfermedades venéreas, a menudo trabajan en un ambiente infestado de drogas y pasan gran parte de su tiempo quitándose la ropa para poder mantenerse.
(Fotos de Sharon Mitchell mas recientes. Aprox. 2010)
Para empeorar las cosas, las estrellas pornográficas están ganando menos que la década de 1970, aun cuando la industria ha crecido a más de 4.000 millones de dólares al año y está probando los límites del espacio cibernético, llevando el sexo a más y más hogares norteamericanos.
En los años 70, la actriz promedio podía ganar unos 30.000 dólares haciendo películas porno, pero esos días de gloria, glamorizados en la taquillera película «Boogie Nights», son cosas del pasado. Mitchell, famosa por sus filmes «Joy» y «Hard Rockin’ Babes», trabaja ahora como examinadora de IVH, el virus que causa el sida, y como consejera en Protección del Bienestar de los Adultos (PBA), aunque ocasionalmente hace una película.
PBA, un grupo de Van Nuys, California, se creó después del suicidio de la estrella porno Savannah, una adicta a la heroína, para ofrecer servicios de salud y orientación a los artistas de filmes para adultos mientras promociona en Washington su derecho a la libre expresión.
«Yo fui atacada hace algunos años por un admirador loco que trató de matarme», contó Mitchell a Reuters en una entrevista.
«Me rompió la laringe y me mordió por todo el cuerpo… Luego descubrimos que había matado a otras dos mujeres.
Ahí cambió mi vida y me acerqué a PBA».La organización ayudó a Mitchell a dejar el vicio de la heroína y a estudiar dependencia química y psicología infantil, «lo que es perfecto para el mundo pornográfico cuando uno lo piensa bien».
Pero Mitchell, guarda buenos recuerdos de sus años en la pornografía. «Por cierto que uno se divertía más en los 70. No había enfermedades acechándonos. Era muy divertido y muy orientado a la familia, nada de competitivo», apuntó.
«Nos pagaban más y hacíamos películas de verdad. Filmábamos durante tres semanas seguidas. Me pagaban 1.000 dólares diarios y 500 si no había escenas de sexo… Se ganaba buena plata».
Pero ya dejó de ser divertido. En los 70, las películas pornográficas eran hechas para el cine y tenían presupuestos de 250.000 dólares o más. Ahora todo se hace en cinta de vídeo, produciendo miles de títulos, en su mayoría por menos de 15.000.
Eso deja mucho menos dinero para los actores, a los que se les paga por escena. «Se les paga por las partes del cuerpo», explicó Mitchell. «Si hay una escena en que hay que mostrar el trasero, uno cobra lo que crea que vale. Una se vende por partes».
¿Por cuánto? Una actriz puede ganar entre 300 y 500 dares por sexo oral. Una relación normal entre un chico y una chica cuesta unos 800 y una escena de lesbianismo 650. Por el sexo anal pagan 950, y se pueden agregar unos 50 dólares más por las relaciones sexuales con dos hombres a la vez.
A los hombres se les paga menos aún, unos 150 dólares por escena.
Mitchell afirmó que muchas actrices porno toman drogas mientras filman películas para quedar «bajo la suficiente anestesia para tener la sensación de que no están ahí».
Las estrellas pornográficas filman unas cuatro películas al mes y la mayoría de las carreras terminan en unos dos años.
Una carrera en este campo por lo general comienza bailando en un club desnudista, donde las que más ganan son las que pasan al vídeo.