Izquierda: Wang, en junio del 2006, antes del tratamiento. (China Daily)
En las primeras dos décadas de su vida, Wang Na sólo quería ser capaz de sonreír y masticar los alimentos.
Na (23) nació sin maxilar superior o encías superiores, por lo que el centro de su cara presentaba un hundimiento.
La primera vez que fue al colegio, regresó llorando y nunca volvió. “Tenía que taparme la cara con un pañuelo cuando salí y a menudo los otros niños se burlaban de mí porque no podía hablar con claridad”, recuerda.
Eso fue hasta mayo del 2010 cuando su rostro fue finalmente reconstruido por los doctores luego de cuatro años de tratamiento. Por primera vez en su vida pudo sonreír como una persona normal, masticar y encontrarle sabor a la comida. Fue como volver a nacer.
Wang, oriunda de la provincia de Shaanxi, fue abandonada poco después de su nacimiento. Wang Youren (67), su padre adoptivo, recuerda la noche del 24 de julio de 1988, cuando escucho un ruido fuera de su casa, cuando se preparaba para ir a dormir.
Pensó que alguien trataba de robar su vaca, pero en su lugar encontró un paquete con ropa de cama al lado de su pila de leña. Dentro, Youren encontró a la pequeña Na y la llevó dentro de la casa. En un pedazo de papel encontraron la fecha de nacimiento de la beba: 23 de julio de 1988.
La pareja se alegró cuando se dieron cuenta de que era una beba, pues tenían dos hijos y ninguna hija. Pero pronto se entristecieron cuando, al intentar alimentarla, se dieron cuenta de que la beba no tenía mandíbula superior.
Aunque su hijo mayor había nacido sordo y mudo, la pareja decidió adoptarla porque pensaban que iba a morir, si era abandonada nuevamente.
En un comienzo la pobre familia pidió dinero prestado y compraron una cabra lechera para darle de comer. Más tarde, la madre adoptiva preparaba puré de pan y arroz para alimentar a la niña, una dieta que duró más de 20 años.
Wang Youren recuerda que, cuando la llevó a una feria rural, la gente la miraba como a un monstruo. “Incluso me regañaron y me dijeron que no la sacara para evitar que asustara a la gente”, dijo el padre.
La familia intentó reconstruir su rostro desde que tenía ocho años y visitaron varios hospitales de la provincia, pero siempre les dijeron que no había posibilidad.
Hasta que un día en 2006, un vecino que trabajaba en la capital provincial, Xi’an, les sugirió que fueran al Hospital Dental de la Cuarta Universidad Médica Militar.
Liu Yanpu, un profesor y director de cirugía plástica oral y facial, supo que el caso era raro. El tratamiento era costoso y las dificultades y riesgos eran muy grandes. “Al ver los ojos de súplica de los padres y de Wang Na, no pude rechazar a la familia”, dijo.
El doctor informó del caso a las autoridades del hospital a la mañana siguiente, y el hospital decidió darle tratamiento gratuito. “Sabía que había riesgos para realizar la cirugía, porque no había antecedentes exitosos de los cuales aprender”, dijo Zhao Yimin, director del hospital.
El resto es historia.
Cuando Wang Na volvió a casa con su rostro restaurado, le presentaron muchos muchachos para contraer matrimonio.
Después de pensarlo durante días y noches, tomó la inesperada decisión de casarse con su hermano mayor adoptivo, el que a pesar de ser sordomudo, había cuidado de ella durante las últimas dos décadas.
La vida nunca ha sido mejor, dijo la feliz Wang.
“He tenido una doble felicidad en los últimos seis meses”, agregó Wang.
“Una es que mi boda será en noviembre. Y la otra es que el comité de aldeanos me dio 0,67 hectáreas de la mejor tierra para cultivar verduras para mi nueva vida”, concluyó.